Ejercicio para soltar la mano

Tomado de una noticia de la televisión.

Titular: Tras colisionar con otro vehículo, chofer del camión le disparó a tres trabajadores.

Los hechos:
Un camión, a gran velocidad, se desplaza de derecha a izquierda de la pantalla. Tal vez, en la vía, fuera de sur a norte, o pudo ser de poniente a oriente. No lo sé. Al llegar al cruce hay una pequeña plaza. Ahí golpea violentamente a un furgón repartidor de pan. El chofer del camión se baja, enfurecido, con un revolver en la mano y se dirige a la plaza. Un hombre camina hacia el cruce con una bolsa colgada del hombro. El chofer pregunta:
—¿Usted es un trabajador?—.
—Sí— responde el hombre.
El camionero levanta su arma y le dispara dos tiros: Uno entre los ojos y el otro en una pierna. El trabajador cae sobre el verde pasto de la plaza. El chofer se dirige a otro transeúnte que pasa distraído, mirando los vehículos accidentados. Le pregunta:
—¿Es usted un trabajador?—.
—Sí—.
El camionero le dispara directo al corazón. Aunque yerra el tiro, le perfora un pulmón. El trabajador cae y boquea en el suelo sobre un arbusto de ligustrinas. Una mujer, asombrada, se acerca a atender al caído. El chofer le pregunta perentorio:
—¿Es usted un trabajador?
—No. Soy una monja—.
—¡Ah! ¡Bien!— responde el camionero y sigue su camino. Un hombre se acerca presuroso, con un maletín barrigudo de cuero, viste un traje color té con leche y lleva un sombrero tradicional a juego. Sin duda se dirige hacia al herido. El chofer interroga:
—¿Usted es un trabajador?—.
—No. Soy un médico—.
—Bueno; siga entonces—.
Un ciclista pasa por el lugar. Atado al travesaño de la bicicleta trae un paquete en papel de diario, atado con pitilla de cáñamo, del que asoman un serrucho y un berbiquí (algunos le llamarán barreno, otros taladro manual). Al ver el desorden en la plaza y el cruce, baja un pie del pedal y lo apoya en la cuneta para detenerse. Cuando al fin lo logra, le pregunta a un hombre de aspecto feroz, que va de un lado a otro, como buscando:
—¿Qué sucedió aquí?—.
El hombre lo mira desafiante y responde con una pregunta:
—¿Usted es un trabajador?—.
—Sí, soy carpintero—.
Sin decir una palabra, el otro levanta el revolver y le da tres tiros en el pecho y uno en la rueda trasera. El ciclista cae en la vereda. Alcanza a preguntar:
—¿Por qué...?— antes de perder el conocimiento.
En ese momento llega la policía. Un uniformado se acerca al furgón repartidor de pan, otro examina el camión y el tercero, con un bloc de papel fiscal, sujeto a un sostenedor de palo con una tenaza, se acerca al chofer. Interroga:
—¿Qué sucedió aquí?—.
—¿Usted quién es?— pregunta el camionero, —¿Acaso es un trabajador?—.
—No. Soy policía—.
—¡Ah! ¡Puede seguir, entonces!— y hace un gesto con el revólver para que continúe.
—Lo voy a interrogar— responde el policía.
—Bien—.
—¿Cómo sucedieron los hechos?—.
El camionero relata con detalle los sucesos. El policía toma nota. Mientras lo hace, llega la televisión. El reportero se acerca al policía y pregunta:
—¿Qué sucedió?—.
El camionero dice:
—¿Es usted un trabajador?
—Soy periodista— responde el reportero.
—¡Bien!— dice el camionero.
El policía mira sus notas y dice:
—Hubo una colisión. El chofer del camión descendió de su vehículo y le disparó a tres trabajadores.
La cámara muestra alternativamente: El camión amarillo y rojo, el furgón del pan, en cuyo interior aún sigue atrapado el conductor, tres personas tendidas en el pasto de la plaza; dos de ellas aún se mueven y una bicicleta tirada entre la acera y la calzada, con un paquete de papel de diario, del que asoman un berbiquí y un serrucho. En los estudios, el director da una orden al operador del generador de caracteres. Este añade un título en la base de la imagen. Dice: "Chofer de camión dispara a tres trabajadores".

Yo almuerzo con amigos en un restorán. En cada esquina un televisor repite las noticias del medio día. Veo la imagen en cuestión y hago un relato breve y sucinto, según se ve, para quienes están de espaldas. Uno sonriendo, por mi relato, dice:
—¡Qué literario!—.
Respondo:
—¿Tú crees?—.
—Sí— dice otro.
Digo:
—Lo voy a escribir, para ver si es cierto—.
—Hazlo— responde.
Pregunto:
—¿Eres un trabajador?—.
—...—.

¡Eso!. Nada más.

Kepa Uriberri

kepa@tcmsoft.com